Jornada 8, mediados de octubre: la situación es desesperada. El Deportivo, con solo una victoria en ocho partidos, está al borde del desastre. Se salva del descenso por un solo punto, y todas las miradas apuntan a Imanol Idiakez como el principal responsable.

Jornada 36, mediados de mayo: el Deportivo, con una racha impresionante de 17 partidos sin conocer la derrota, celebra su regreso a Segunda División después de cuatro años, culminando la fiesta con una victoria sobre el Barça Atlètic, su principal rival. Es un sueño hecho realidad, el retorno de un equipo que una vez cayó a las profundidades pero emergió de nuevo. Ha sido un camino de sufrimiento, en las trincheras del fútbol no profesional. La ciudad celebra con júbilo, sabiendo que toda la espera ha valido la pena. Ellos, los aficionados, nunca los abandonaron.

Una catástrofe que no fue

La temporada del Depor comenzó con signos de una posible tragedia. Los primeros resultados adversos amenazaban con sumir al club en la apatía. Sin embargo, Idiakez logró salvar varias situaciones críticas. Poco a poco, la fe de la gente comenzó a renacer, generando rituales que se convirtieron en símbolos de los recientes éxitos en la Primera Federación.

A lo largo del camino, el apoyo inquebrantable del Riazor fue un factor crucial, con asistencias semanales que rivalizaban con las mejores de la competición, incluso de toda su historia, peleando codo a codo con Castalia.

El Depor, una piña

Ansiaban un impulso, algo que revitalizara sus esfuerzos y les trajera buenos resultados. Pronto, esos resultados comenzaron a materializarse. La segunda equipación, junto con un espíritu optimista que invadió el vestuario, inspiró la creación de un símbolo: la piña. Esta nueva fruta se convirtió en el emblema de la pasión del equipo. Lo que comenzó como un simple tuit se volvió viral en cuestión de días, con miles de usuarios cambiando sus nombres en redes sociales por «X 🍍» en un gesto de apoyo a la entidad.

Lucas Pérez fue uno de los principales impulsores de esta narrativa, al proclamar que el vestuario era como una piña y que juntos lucharían contra la adversidad, desafiando todo y a todos. Este ritual trascendió incluso a la radio, donde Manu Sánchez, entrenador del equipo femenino, comentaba los partidos acompañado de una lata de piña como símbolo de unidad y determinación.

El equipo absorbió el espíritu de sus seguidores y, en un gesto de reconocimiento, entregó una piña a Iano y Mella, dos jóvenes de la cantera, para celebrar su ascenso al primer equipo. En ese momento, la afición ya se deleitaba con el simbolismo de la piña. El momento definitivo llegó con la victoria sobre el Celta B, sellada con los goles de Pablo Vázquez y Rubén López en los minutos finales. Fue un día memorable, en el que el Deportivo lució su segunda equipación, reminiscente de una piña con su vibrante amarillo y cuello verde.

Los aficionados comenzaron llevando piñas de cartón al estadio, al principio de manera moderada. Sin embargo, con el paso de las semanas, algunos incluso llevaron piñas reales. En la victoria por 5-0 contra la Sociedad Deportiva Logroñés, los aficionados arrojaron al campo hasta dos frutas, lo que obligó al árbitro a detener el partido durante cuatro minutos y requirió la intervención policial. Fue una anécdota singular en una temporada que se ha vuelto inolvidable.

La gran racha y el sufrimiento de Lucas Pérez 

Mientras el fenómeno de la piña causaba sensación en las redes sociales, el equipo desplegaba un juego espectacular. Entre enero y marzo, el Deportivo acumuló siete victorias seguidas, la segunda mejor racha del continente, solo superada por el Inter de Milán. Sin embargo, en el camino aún surgieron complicaciones, como el caso de Lucas Pérez, quien se vio envuelto en un escándalo mediático relacionado con su vida personal. Incluso tuvo que salir a pedir respeto públicamente…

«No me ha gustado nada lo que ha sucedido esta semana. Y esto no va dirigido a los medios, es un mensaje para la sociedad en general. Han invadido mi vida privada y han cuestionado mi lesión. Quien quiera saber la verdad puede venir a Abegondo y se lo explicaré personalmente. Quiero dejar claro que… no seamos cómplices, no normalicemos esto, porque nadie tiene derecho a entrometerse en la vida privada de los demás. Si a alguien le preocupa la vida de mi hijo, que sepa que tiene un padre y una madre que lo aman», expresó.

Fue un episodio que no desconcertó a un equipo que seguía en pleno vuelo. Desde el triunfo contra el Teruel hasta enfrentarse a la Cultural Leonesa, seguido de un pequeño traspié contra el Arenteiro, que incluso alineó a su entrenador de porteros como titular. Sin embargo, rápidamente volvieron a la senda del éxito contra el Sestao River. Y finalmente, el enfrentamiento decisivo contra el Barça B, el partido del ascenso, el momento de la gloria que llegaba cuatro años después.

Un momento glorioso tras haber coqueteado con el descenso, haber estado a diez puntos del líder y haber enfrentado una crisis inesperada que les llevó a ser silbados por su propia afición. Pero este equipo supo renacer, resurgir de sus cenizas. Con 28,346 socios, superando en número al Barcelona y a doce equipos de Primera División, este fue el momento de la piña, el regreso del Deportivo de siempre, ahora en Segunda División y con la esperanza de pronto regresar a Primera. Un gigante dormido que despierta justo a tiempo. Una noche memorable se avecina en A Coruña.