Este fin de semana marca el regreso de la competición en las ligas domésticas de cada región del país. La fase de ascenso, donde los equipos de cada región compiten por alcanzar la segunda máxima categoría del rugby español al final de la temporada, está por iniciar. Sin embargo, parece ser que no todos los equipos desean o tienen la capacidad (lo cual, en este contexto, es prácticamente lo mismo) de ascender.
Este año, la fase de ascenso a la División de Honor B se realizará en dos jornadas separadas por dos semanas, cada una de ellas decidida mediante un único partido. El 4 y 5 de mayo, así como el 11 y 12 de mayo, son las fechas señaladas en rojo en el calendario de los clubes que aspiran a ascender a la categoría nacional. Sin embargo, ¿qué hay de aquellos que han optado por no buscar ese ascenso, renunciando a su plaza? ¿Por qué constituyen la mayoría?
Un modelo nada exitoso
Es evidente que el formato actual a nivel nacional no resulta atractivo para los distintos clubes regionales, ya que implica un esfuerzo considerable para mantenerse en la categoría nacional. Muchos de ellos encuentran dificultades económicas para sobrellevar un ascenso durante varios años, por lo que no les resulta rentable optar por subir de categoría.
Por ejemplo, equipos como el Real Oviedo Rugby, proveniente de Asturias, este año se han visto obligados a viajar en siete ocasiones al País Vasco para enfrentarse a rivales vascos del grupo A (norte) de la División de Honor B. El caso del rugby gallego es aún más llamativo, ya que carece de representación a nivel nacional.
Dieciséis renuncias al ascenso
Si nos detenemos a analizar el número de renuncias que se han registrado esta temporada para ascender a la categoría nacional, la situación resulta preocupante. Un total de 16 equipos han optado por decir «no» a participar en la fase de ascenso, la cual implica viajar por toda España al final de la temporada, un factor que no estaba contemplado en los presupuestos de muchos clubes.
En el Grupo A (Norte), todos los equipos clasificados de Galicia, Castilla y León, así como los representantes de la región conjunta de País Vasco, Navarra y La Rioja, han decidido renunciar a la fase de ascenso. Únicamente continúan en la competición el primer y segundo clasificado de la región de Asturias y Cantabria, respectivamente: el Cormorán RC y el Universitario de Cantabria. El encuentro entre ambos se llevará a cabo el próximo fin de semana.
En el Grupo B (Este – Levante), los equipos clasificados de la Comunidad Valenciana, Aragón, Murcia y Cataluña (en el caso del segundo y tercer clasificado) han decidido renunciar a la fase de ascenso. La final la disputarán este fin de semana los dos únicos equipos que continúan en competición: el VPC Andorra (primer clasificado de Cataluña) y el RC Ponent (primer clasificado de Baleares).
El Grupo C (Centro – Sur) es el más concurrido en esta fase de ascenso. A pesar de ello, los tres equipos andaluces han optado por renunciar, al igual que el primer clasificado de Canarias. Entre los equipos que siguen en competición, el Cisneros Z (primer clasificado de Madrid) se enfrentará al Badajoz RC (primer clasificado de Extremadura), mientras que el Soto del Real (segundo clasificado de Madrid) se medirá al San Isidro RC (tercer clasificado de Madrid). Ambos partidos de semifinales se disputarán este fin de semana, y la final tendrá lugar el día siguiente.
El alto número de renuncias evidencia un problema latente. Tanto la Real Federación Española de Rugby como la Asociación Nacional de Clubes de Rugby están trabajando en nuevos formatos a nivel nacional, con la esperanza de solucionar esta problemática a nivel regional o al menos reducir el número de renuncias por parte de los clubes en toda España. Es claro que el formato actual no está funcionando, por lo que es hora de implementar cambios.